Armar familia!

Hay muchísimas maneras de iniciar una familia. Una es con el tropiezo. Ante la dificultad de decidir para dónde vamos, una opción: estuvimos distraídos y finalmente quedamos embarazados. Ante una decisión que se viene posponiendo por no poder dirigirse a la decisión abierta de tener un hijo, se produce el accidente. Un sin querer-queriendo. Varios pacientes en distintos momentos han consultado presentándose con “estamos embarazados”. Es posible que esta pareja ya conviva o no. Y el trabajo en terapia de pareja, se presenta como un armado de familia: ¿cómo empezamos a armar esto para recibir a nuestro hijo? ¿Hay acuerdos? ¿Cómo nombrar esta nueva situación? ¿Queremos tener un hijo ahora? ¿Tener hijos, anula el ser una pareja? Empieza a surgir lo que nunca habíamos hablado. Desde cuestiones de convivencia hasta temas religiosos. Los orígenes de cada uno y las “marcas” que quieren transmitir a su descendencia.

Cuando la palabra aparece como vehículo, se sale de la adivinación. Si bien pueden aparecer malos entendidos, también es una herramienta para empezar a solucionarlos.

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Un análisis es uno por uno. Se trata de un trabajo que produce una transformación. Es muy difícil contar de qué se trata un análisis, que es lo que allí sucede, cuáles son sus efectos. Cada análisis es único.

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Subirse al tren equivocado

Tres tiempos se enlazan, pasado, presente y futuro. En las parejas que duran.
Existen parejas muy breves, solo de tiempo presente. Que pueden ser relevantes en la vida , pero esas no consultan por su fugacidad.
Los proyectos de larga duración son los que traen complicaciones. Negociar, pactar, establecer direcciones. Darse cuenta que el otro es distinto, que viene de un mundo distinto con otras reglas y otros valores. Mi universo no es universal. Sólo es mi pequeño mundo. ¿Puedo entender cual es el mundo del otro? ¿Cómo construimos algo nuevo?