El escritor camuflado

Pone un pie y después el otro, como si se tratara de entrar en una bañera de agua tibia. Pero no… son sus pantuflas esas de raso, con dibujos en arabesco, gastadas, viejas… pero tan cómodas, que los pies bailan felices allí adentro. Son un refugio. Si tengo los pies cómodos, pienso mejor, me salen las mejores ideas. En la oficina sólo puedo hacer trabajos mecánicos llenar planillas, armar formularios… unos mocasines duros y brillosos, les dicen guante, pero es mentira. En casa, las pantuflas a las once de la noche y aparece la verdad… las palabras brotan, acompasadas, una tras otra, sin parar, es una lucha cuerpo a cuerpo. Brota del cuerpo, sube desde los pies y logro escribir la idea que tengo ya no sé si en los pies o en la cabeza; nace un cuento que voy a dejar macerar en mi mesa de luz para que madure… Escrito como en los viejos tiempos: con birome Bic y en una hoja de mi agenda. Si no cae en el olvido pasará a la computadora, a formar parte de lo registrable, si no… un bollito anónimo en el tacho de basura.

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Un análisis es uno por uno. Se trata de un trabajo que produce una transformación. Es muy difícil contar de qué se trata un análisis, que es lo que allí sucede, cuáles son sus efectos. Cada análisis es único.

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Subirse al tren equivocado

Tres tiempos se enlazan, pasado, presente y futuro. En las parejas que duran.
Existen parejas muy breves, solo de tiempo presente. Que pueden ser relevantes en la vida , pero esas no consultan por su fugacidad.
Los proyectos de larga duración son los que traen complicaciones. Negociar, pactar, establecer direcciones. Darse cuenta que el otro es distinto, que viene de un mundo distinto con otras reglas y otros valores. Mi universo no es universal. Sólo es mi pequeño mundo. ¿Puedo entender cual es el mundo del otro? ¿Cómo construimos algo nuevo?