Prisiones de lujo: economía de las parejas

Escuchar parejas continuadamente, me lleva a las reflexiones sobre los temas que se repiten. Salgo de la problemática singular y trato de entender las cuestiones de la época. Las cuestiones con el dinero, siempre presente, no siempre de la misma manera. Por un lado hay muchos modelos posibles y se escucha una gran variedad de acuerdos. Algunos más tradicionales, otros más nuevos, a medida.

Economía común para gastos comunes, economía individual para cada uno, proveniente de sus propios ingresos. Cuentas separadas, bienes separados, si hay.

Otra opción, economía totalmente compartida. Yo trabajo, vos te quedas en casa. “Tu rol de crianza es super importante! “.  No siempre a la vista cuales son los bienes comunes. Versión “si proveo todo lo que se necesita, ¿Cuál es el problema?”.

Hay infinidad de posibilidades, pero tomo esas dos porque nos permiten pensar los extremos.

En las economías individuales pueden surgir conflictos cuando cada uno de los partenaires maneja eonomías individuales completamente diferentes y su posibilidad de acceso a bienes de consumo, también lo es. Puede convertirse en una exigencia.

En las economías totalmente compartidas, muchas veces surge que lo único visible son los gastos, pero los bienes no están claros. Y en caso de conflicto, esto sale a la luz. Por otro lado la etapa de crianza no es eterna, la juventud tampoco. Lo par se vuelve impar! Y en algunos casos ese bienestar económico se convierte en una prisión de lujo. Adentro tenés todo, afuera no sos nadie. Punto dramático de la consulta de pareja.

Las versiones y los contratos explícitos o implícitos en las parejas es infinito! Y es uno de los motivos de consulta para llegar a acuerdos compartidos que les permitan, crecer, sentirse a gusto, estar seguros de los compromisos que toman y cuales son sus fundamentos.

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Un análisis es uno por uno. Se trata de un trabajo que produce una transformación. Es muy difícil contar de qué se trata un análisis, que es lo que allí sucede, cuáles son sus efectos. Cada análisis es único.

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Historia de las videollamadas

Historia de las videollamadas
Hoy tengo ganas de contarles un cuento. Hace unos cuantos años estuvimos charlando con el equipo de Agencia Clepsidra sobre la posibilidad de incluir el formato de videollamadas para trabajar con pacientes de otros lugares.
Quizás era el año 2017. La propuesta me sonó extraña. Gustavo y yo tenemos nuestros consultorios, están bien ubicados en CABA, cerca del subte, en un lugar muy céntrico y al mismo tiempo muy tranquilo.
Sin embargo el mundo se empezó a mover hacia otro lado. Algunos pacientes muy conocidos pidieron atención a distancia. “Tuve a mi hijo, vivo en Padua, quiero seguir atendiéndome con vos, no puedo viajar hasta allá”. “Tengo horarios muy extensos, trabajo en microcentro, vivo en x, mi día se hace muy largo si voy hasta tu consultorio. Sólo un par de ejemplos aunque podría haber muchos más. Luego empezó la pandemia del 2020. Las primeras dos semanas nadie quería atención por video llamada o por teléfono. Pasado ese tiempo, todos empezamos a movernos y a incorporar en las videollamadas actividades que nunca habíamos hecho antes, de esta manera: tomar clases de danza, de inglés, de escritura. Mi amiga Gina varada en otro país dio clases de entrenamiento desde una playa y compartí con ella desde la terraza de mi casa.
Conversar en un grupo de amigos. Hacer un brindis por un cumpleaños. Tuve una hermosa reunión con amigas del secundario, María vive en México! Empezamos a experimentar la cercanía en la distancia. Las formas conocidas de hablar, los chistes.
El cierre de dos semanas se convirtió en un cierre total de unos seis meses. Los pacientes retomaron sus tratamientos por video o por teléfono. Una paciente que vivía a diez cuadras se fue a vivir a un país de Europa. ¿Vos me podés seguir atendiendo? Avanzamos sobre una nueva manera de trabajar. Se volvió cálida, cercana, agradable, posible.
Ahora estamos en eso. Atendemos algunos pacientes en el consultorio. Otros por videollamada. Nos reunimos con gente en varios lugares del mundo, esto se volvió cotidiano y posible.
Lo que vino para quedarse y agradecemos nuestra propia flexibilidad para abrazar ese cambio. Vivirlo como algo que nos amplió la visión del mundo. Un cambio de época.

Tela de araña

“Algunas sedas de araña son más fuertes que el acero del mismo grosor.” Según Wilkipedia.Fuerza y fragilidad, son dos propiedades que pueden ir juntas.Los lazos entre personas pueden ser fuertes y al mismo tiempo no resistir un gran golpe.¿Qué les da fortaleza a los hilos de la telaraña de los vínculos de pareja? Los vínculos están organizados alrededor de pactos explícitos o implícitos. En numerosas ocasiones nos consultan porque los pactos se rompieron o se malentendieron. Pueden aparecer crisis sobre la confianza o la caída del proyecto en común.

Parejas y migración

En los últimos años recibí en Buenos Aires, parejas que vienen de otros países a radicarse en Argentina. Algunos porque en sus países no encontraron un futuro viable, otros porque vinieron a estudiar. Algunos llegaron juntos desde sus países, otros se conocieron acá. También trabajé con parejas “mixtas” alguien de acá, con alguien de otro País. Trabajamos mucho sobre diferencias y coincidencias culturales. Esto también encontramos en personas del mismo lugar, sólo por el hecho de venir de familias distintas. La exogamia tiene eso: encontrarse con lo diverso, integrarse, elegir costumbres, acuerdos.
En los últimos años empecé a ver esto con pacientes argentinos en el extranjero. La adaptación a una nueva cultura. Los que se van en pareja tienen distintas habilidades para adaptarse o integrarse a un nuevo lugar o una nueva cultura. Los que forman pareja con personas de otros países e intentan armar un proyecto común.
Migrar trae cambios de todo tipo, culturales, idiomáticos, laborales, encuentros con otras personas. Puede cambiar hasta la forma de comer, o el horario de las actividades diarias.
Muchos cambios, incluso los que buscamos, pueden dejarnos al borde de una crisis o enfrentarnos con algo que no esperábamos.