Palabras de Apertura a las IV jornadas del VEL por Gustavo Kroitor

El término “violencia” no es un concepto propio del psicoanálisis, lo que implica un esfuerzo de elaboración para poder trabajar con él.

El tema que nos convoca hoy en estas jornadas es “Machismo, Feminismo, el género en cuestión”, Y por supuesto, en relación a estos temas hablar de “violencia”.

Para comenzar quisiéramos referirnos a la necesidad de poner en cuestión que quieren decir estos términos, ya que como todo significante que se usa masivamente es posible que no todos nos estemos refiriendo a lo mismo cuando hablamos de ello. Los significantes adquieren distinta significación social a través de las épocas.

Tenemos la impresión que el uso habitual, el de la calle si quieren, al referirse al feminismo, le da una connotación positiva, al referirse con ello a la lucha de los derechos de las mujeres, mientras que cuando se habla de machismo, tiene una connotación negativa, y se lo relaciona con la violencia hacia las mujeres.

A partir de esta idea, “Violencia de genero” se piensa como la violencia ejercida por los hombres en contra de las mujeres por el hecho de ser mujeres.

Pensar desde el psicoanálisis sobre estas cuestiones, no consiste en oponernos, sino en pensar de que manera podemos contribuir al debate desde lo que es especifico de nuestro campo.

En este sentido Freud en el curso de su investigación sobre la feminidad tuvo que salir a aclarar que no tenía ninguna intención de degradar a la mujer. Dijo:

“No es ocioso, quizá, que lo asegure: nada más lejos de mí, en esta pintura de la vida amorosa femenina, que la tendencia a menospreciar a la mujer… estoy dispuesto a conceder que un número indeterminado de mujeres aman según el modelo masculino y también despliegan la correspondiente sobrestimación sexual”[1].

Desde este momento de la teorización de Freud a las formulas de la sexuación en Lacan no hemos hecho otra cosa que darle un lugar al misterioso goce femenino.

Desde luego, estamos de acuerdo con lo que la ONU ha dado en llamar el empoderamiento de la mujer, lo que significa el acceso a condiciones igualitarias de producción. Decimos que estamos de acuerdo en la igualdad de derechos, el derecho a votar, a tener igual salario por igual trabajo, igual trato ante la justicia, etc., etc. Pero tal como lo plantea Patricio Alvarez ante la ONU, sólo podemos pensar en esta igualdad a partir de reconocer sus diferencias. Diferencias que en psicoanálisis, especialmente en la orientación lacaniana se van a ubicar respecto del goce.

Para el psicoanálisis siempre se trató de una diferencia, que impactó a Freud por el simple hecho de que se le ocurrió escuchar a las mujeres. Su trabajo lo llevó a señalar lo inubicable del goce femenino que se manifiesta en algunas frases como:

“…la expresión «libido femenina» carece de todo justificativo”[2]
“…la vida sexual de la mujer adulta sigue siendo un dark continent {continente negro} para la psicología”[3]
“Pues bien; el psicoanálisis, por su particular naturaleza, no pretende describir qué es la mujer -una tarea de solución casi imposible para él”[4]

Lacan en su seminario Aun nos muestra sus formulas de la sexuación que son formulas para introducir la diferencia en los modos de gozar. Así al hombre lo ubicó con relación al modo de goce fálico que consiste en un goce contable y localizable, en la ética del justo medio, fetichista y atado al plus de gozar, medible y cuantificable, ordenado por una ley. En definitiva, por un goce unido al lenguaje y a lo simbólico. No hay aquí ningún machismo, ya que el goce del lado hombre supone una debilidad al estar atrapado en los enredos del lenguaje. Mientras que el goce femenino es más opaco, no decible ni localizable, infinito, excesivo, ilimitado, llamado “Otro goce”. Este es un goce del que no se puede decir, así Lacan, sostiene que se lo mal-dice[5]. No se lo puede poner en palabras, pero se lo rechaza.

J.A. Miller nos dice que el racismo no es otra cosa que el odio al goce del Otro[6], y en este sentido, podemos pensar que el goce femenino siempre es Otro Goce. La segregación de la mujer no es otra cosa que una forma de racismo.

Pero también nos advierte Miller que el Otro es Otro dentro de mi mismo[7] lo que nos permite pensar que en la segregación a la mujer hay un odio al propio goce.

Hablemos de violencia

Nos parece que mientras habitualmente se considera a la violencia como un hecho de excepción, Freud muestra que es constitutiva del ser humano, del ser hablante.

En el malestar en la cultura Dice:

“el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo. ¿Quién, en vista de las experiencias de la vida y de la historia, osaría poner en entredicho tal apotegma?”[8]

Como sabemos, la violencia es cuestión de la pulsión de muerte, y en consecuencia inseparable de las cuestiones del goce.

En este sentido Lacan se refirió tempranamente en su seminario sobre las formaciones del inconsciente, a la violencia como lo contrario de la palabra, y nosotros tomamos su definición de violencia como una guía en nuestro trabajo.

Dice:

“Para recordar cosas inmediatamente evidentes, la violencia es ciertamente lo esencial en la agresión, al menos en el plano humano. No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra. Si la violencia se distingue en su esencia de la palabra, se puede plantear la cuestión de saber en qué medida la violencia propiamente dicha…puede ser reprimida”[9]

Y como dijimos anteriormente el goce femenino por estar fuera de la palabra puede convocar a fenómenos de violencia.

La relación sexual no existe, es la forma de decir sobre este desarreglo entre los sexos pensando desde las formas de Gozar, y en este sentido el goce femenino, puede resultar insoportable para un varón. (Para quien este del lado hombre de las formulas). Así de esta forma podemos coincidir (irónicamente) con la teoría del femicidio, donde se trata de matar a una mujer por el hecho de ser mujer, de una violencia desencadenada no contra las mujeres, sino contra un Modo de gozar.

A partir de esto “Machismo” “Feminismo” “Violencia” son términos que desde el psicoanálisis tenemos que repensarlos a partir del goce.

Desde las formulas de la sexuación, a nivel del inconsciente hay un rechazo de lo femenino en la representación del goce. Por eso el hombre, mejor dicho, quien está del lado hombre (Una mujer puede estarlo si le place[10]) aborda a la mujer como objeto. Es por esto por lo que el hombre no se relaciona con la mujer sino con una parte. Así, junto a las cuestiones del goce debemos considerar las cuestiones del falo y del objeto.

La relación sexual no existe, lo repetimos una y otra vez. Como no existe se requiere un contexto social para organizarla, la ley que dice qué se puede y qué no se puede. Es la ley la que introduce la igualdad de los sexos al nivel del significante. El discurso del derecho es un discurso sobre el reparto de goce, pero bajo el modo masculino, es decir bajo el modo simbólico[11]. El discurso jurídico es un discurso de la igualdad a nivel del significante dejando de lado lo que llamamos “El Otro goce”. El sujeto puede decidir ir a la justicia o al psicoanalista[12] para encontrar un modo más soportable de vivir la pulsión. Cualquier explicación sobre los fenómenos de violencia entre los sexos debe tener en cuenta esta consideración.

Hablemos de violencia de Género, o mejor dicho de violencia entre los sexos. J.A. Miller propone pensar en diferentes tipos de de pareja[13] : La pareja imaginaria, la simbólica, la fantasmática, la sintomática, y finalmente la que nos parece de mayor importancia, “el partenaire síntoma”

Consideramos especialmente el sintagma “Partenaire síntoma” ya que el síntoma es lo que permite que los dos sexos se vuelvan parteniare. Es decir que el modo de gozar de uno debe tener consonancia con el modo de gozar del otro. Entendemos que para explicar los fenómenos de violencia hay que ubicarla a partir de cómo coexisten los goces.

Partenaire síntoma quiere decir también que el síntoma permite que el amor se dirija a algo distinto de la imagen y la palabra del Otro. En el caso del hombre se dirige al objeto a, por eso hace de una mujer un síntoma. “El hombre hace el amor con su icc”[14]

Así Lacan con las formulas de la sexuación conserva al falo pero redefinido en términos de goce.

Si se llevan tan mal ¿por qué no se separan? Porque de lo que no se pueden separar, es de la pareja de goce. Pensamos que en toda consideración sobre la violencia en la pareja no puede dejarse de lado está cuestión.

Según el diccionario de la Real Academia, Genero: Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes. Clase o tipo al que pertenecen personas o cosas.

Es decir que género apunta al conjunto, y para el psicoanálisis se trata de una por una y no de un conjunto que constituya un género. Entonces el genero es una cuestión de lo social.

La posición femenino-masculino no es un determinismo biológico. Es una distribución como efecto de la castración y como una modalidad de goce, fálico, no-fálico. Fálico-castrado

Entonces el psicoanálisis por ser el único que se ocupa de las experiencias de Goce, se distingue de otras formas de abordar la cuestión de la violencia, en especial la de género, no en contra de estas teorías, pero al menos por otros carriles.

Por último no podemos dejar de tener en cuenta como la cultura aborda la cuestión de la violencia de género.

Entendemos que lo que se puede observar tanto en los medios de comunicación, como en las redes sociales, en las conversaciones con personas bien intencionadas y progresistas, es que La Mujer es víctima, víctima de una sociedad machista, víctima de un trato desigual, víctima de la violencia del hombre.

A pesar de comprender las buenas intenciones, subrayamos que para el psicoanálisis es fundamental que nuestros pacientes no se identifiquen al lugar de víctima, sino que salgan de esa posición de víctima para asumir una responsabilidad (No una culpabilidad, pues los neuróticos ya se sienten culpables de antemano) Entendiendo que esa responsabilidad para el sujeto consiste en tomar una posición respecto de su relación con el goce.

Como lo señala muy bien E. Laurent[15], Lacan prefiere el término estrago al de masoquismo. No es porque las mujeres sean masoquistas que pueden llegar a dejarse maltratar (En todo caso eso es el fantasma del hombre), sino que al no estar el límite de la castración, pueden llegar a ser más decididas para poner el cuerpo, y alcanzar el punto en que se aseguran el goce del Otro, se aseguran que el “tú me pegas” les vuelve en forma invertida.

Como lo expresa de manera brillante la pluma de lacan:

“Así, el universal de lo que ellas desean es locura; Todas las mujeres están locas, como se dice. Es incluso por eso por lo que no son todas, es decir, no locas del todo…, acomodaticias más bien; hasta el punto de que no hay límites a las concesiones que cada una hace para un hombre: de su cuerpo, de su alma, de sus bienes”[16]

[1] Introducción del narcisismo. T. XIV p. 86

[2]Freud S. Conferencia 33. La feminidad. T. XXII p. 122

[3] Freud S. ¿Pueden los legos ejercer el análisis?n Dialogos con un juez imparcial. T. XX p. 199

[4] Freud S. Conferencia 33. La feminidad. T. XXII p. 108

[5] Lacan J. Seminario 20. Aun. p. 103.

[6] Miller J.A. Extimidad. P. 53

[7] Miller J.A Extimidad p 55

[8] Freud S. El malestar en la cultura. T XXI p. 108

[9] Lacan J. Seminario 5. Las formaciones del inconsciente P. 468

[10] Lacan J. Seminario 20. Aun p. 88

[11] Miller J. A . El hueso de un análisis p. 83

[12] Musachi Graciela. Mujeres en movimiento. P. 80

[13] Miller J.A. La pareja y el amor p 18-20

[14] Lacan J. Seminario 23. El sinthome. P. 125

[15] Eric Laurent. Posiciones femeninas del ser. P. 70

[16] Lacan J. Televisión, en Otros escritos, p 566

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