¡Saltar a la soga!

¿Alguna vez saltaron a la soga? Si uno está todo el tiempo saltando y no puede salir, produce agotamiento. Esto es lo que estoy viendo muy seguido en los últimos meses en distintas personas que vienen a consultar. No aguantan más la convivencia, no aguantan más el encierro, no soportan la vida hecha de obligaciones y sin espacios de recreación. La vida social implica interactuar con mucha gente distinta en el día y en los fines de semana y eso cumple una función en la vida de cada uno.  El gran secreto está en la alternancia. Entrar y salir sin enredarse, para no tropezar y caer.

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Un análisis es uno por uno. Se trata de un trabajo que produce una transformación. Es muy difícil contar de qué se trata un análisis, que es lo que allí sucede, cuáles son sus efectos. Cada análisis es único.

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Proyecto: armar familia

Escucho relatos muchas veces basados en ideales y fantasías de felicidad y alegría, ante el proyecto de armar una familia. Algunas parejas anticipan esta decisión, otros vienen a hablar de algo “accidental”. Siempre están los desafíos de la vida real y la reconfiguración de esa pareja en particular.
El momento del nacimiento de un hijo, trae muchos cambios en la configuración de la pareja. Hay que atender muchas funciones a la vez. El crecimiento individual de cada uno, los momentos de pareja, la gran familia que quiere participar, las tareas de cuidado. No hay tiempo para todo. ¡Volver a armar un rompecabezas! Algunos se presentan con sentimientos muy paradójicos: estamos felices y también nos estamos volviendo locos!

Historia de las videollamadas

Historia de las videollamadas
Hoy tengo ganas de contarles un cuento. Hace unos cuantos años estuvimos charlando con el equipo de Agencia Clepsidra sobre la posibilidad de incluir el formato de videollamadas para trabajar con pacientes de otros lugares.
Quizás era el año 2017. La propuesta me sonó extraña. Gustavo y yo tenemos nuestros consultorios, están bien ubicados en CABA, cerca del subte, en un lugar muy céntrico y al mismo tiempo muy tranquilo.
Sin embargo el mundo se empezó a mover hacia otro lado. Algunos pacientes muy conocidos pidieron atención a distancia. “Tuve a mi hijo, vivo en Padua, quiero seguir atendiéndome con vos, no puedo viajar hasta allá”. “Tengo horarios muy extensos, trabajo en microcentro, vivo en x, mi día se hace muy largo si voy hasta tu consultorio. Sólo un par de ejemplos aunque podría haber muchos más. Luego empezó la pandemia del 2020. Las primeras dos semanas nadie quería atención por video llamada o por teléfono. Pasado ese tiempo, todos empezamos a movernos y a incorporar en las videollamadas actividades que nunca habíamos hecho antes, de esta manera: tomar clases de danza, de inglés, de escritura. Mi amiga Gina varada en otro país dio clases de entrenamiento desde una playa y compartí con ella desde la terraza de mi casa.
Conversar en un grupo de amigos. Hacer un brindis por un cumpleaños. Tuve una hermosa reunión con amigas del secundario, María vive en México! Empezamos a experimentar la cercanía en la distancia. Las formas conocidas de hablar, los chistes.
El cierre de dos semanas se convirtió en un cierre total de unos seis meses. Los pacientes retomaron sus tratamientos por video o por teléfono. Una paciente que vivía a diez cuadras se fue a vivir a un país de Europa. ¿Vos me podés seguir atendiendo? Avanzamos sobre una nueva manera de trabajar. Se volvió cálida, cercana, agradable, posible.
Ahora estamos en eso. Atendemos algunos pacientes en el consultorio. Otros por videollamada. Nos reunimos con gente en varios lugares del mundo, esto se volvió cotidiano y posible.
Lo que vino para quedarse y agradecemos nuestra propia flexibilidad para abrazar ese cambio. Vivirlo como algo que nos amplió la visión del mundo. Un cambio de época.