Estar en pareja, tiene beneficios y complicaciones. Con el tiempo y también como efecto de las consecuencias inesperadas que tiene esta situación de pandemia mundial, vi a lo largo de este año muchísimas personas. No todas viven en mi ciudad. Mi práctica se extendió de una manera inusitada! A la mañana en Miami y a la tarde en Río Gallegos. Catamarca un martes, Sao Paulo los miércoles. Los inconvenientes no conocen fronteras! Muestran que estar en pareja y no estarlo es problemático. Quién se ha separado en estos tiempos, sufre su soledad. Siempre ha sido algo fuerte, pero ahora hay una red menor de apoyo para llevar adelante el proceso de duelo. Enamorarse, armar y coincidir es problemático y lo contrario también! Quien busca y no encuentra. Quien ya no busca. Quien encuentra y desconfía. “Me enamoré y tengo miedo de perder mi vida personal, mis amigos”. “Creo que ya no me puedo enamorar”. “Vengo porque me separé hace cinco años y todavía sueño con mi marido”. “Antes tratábamos de encontrarnos, ahora cada uno está con su celular”.
¡El material con el que trabajamos es tan sutil! ¿Por qué si antes funcionaba, ahora no?
¡Por lo que me cuentan los paciente, la gente todavía se enamora! Es una buena noticia. Les cuesta más armar pactos, compartir proyectos, visualizarse en un tiempo más largo. Creo que hay un cambio de época, antes todo estaba bastante claro, los caminos estaban muy marcados, la cultura diseñaba el plan. La libre elección, permite más opciones y no quedar atrapado de por vida. Algunos quedan perdidos o desorientados en el mar de opciones. No pueden parar de saltar de una cosa a otra, sin rumbo.
Todavía me sorprende escuchar las historias de encuentros y desencuentros. Enamorarse no pasó de moda!