Lo vivo – lo muerto

Alguien: se ocupa de lo muerto o moribundo. Es una tarea importante, impostergable…
Me ocupo de lo vivo.
Alguien: lee el diario todas las mañanas, comenzando por lo importante: las necrológicas.
A esa misma hora llevo los chicos al colegio.
Alguien: tiene una cita con el médico de un conocido de un amigo, pero por suerte tiene una grave enfermedad y lo acompaña…
A esa misma hora prendo la música.
Alguien: también escucha música… Opera: nunca un final feliz.
Es una semana de fin de año: trabajo, dentista, ensayo, reuniones de padres, última función…
Alguien: se ocupa de ir al cementerio, a festejar el cumpleaños de su amiga muerta recientemente…
Otra: se ocupa de venirme a ver, me da la sorpresa. Viene porque le dan ganas y eso se nota. Sonríe mucho cuando la veo, me felicita y me regala su libro.
Alguien: vino la semana pasada, hizo lo que debía, ni fú- ni fá. Por suerte terminó y a dormir a fuerza de lexotanil…
Hay que estar informado: ser el primero en enterarse de todo lo importante que sucedió o sucederá en el mundo. Alguien: me llama por teléfono y me comenta las últimas noticias: “te acordás de fulano de tal? MURIO”.
No tengo ni la menor idea de quien es. Recibo varias explicaciones, poco importantes. Era un tal, que Alguien no veía hace treinta años. Me despierto sobresaltada, me pego una ducha y empiezo mi día. Escucho el pronóstico: nubosidad variable y probabilidad de chaparrones aislados. Llevo equipo variado. La prevención me quedó de la época en que vivía con Alguien.
Alguien: tiene un registro exhaustivo de todas mis enfermedades y operaciones. También las de toda la ciudad.
¡Él me despierta de las sombras!
Me ocupo de lo vivo y trato de escupir el carozo de lo muerto.

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Un análisis es uno por uno. Se trata de un trabajo que produce una transformación. Es muy difícil contar de qué se trata un análisis, que es lo que allí sucede, cuáles son sus efectos. Cada análisis es único.

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